Bergoglio y la communicatio in sacris con los protestantes
Bergoglio con el rabino masón Sergio Bergamn celebrando el Hannuka. Abajo vemos un altar multiconfesional que prestaba Bergoglio en Buenos Aires.
Bergoglio y la communicatio in sacris con los protestantes
04/07/18 1:25 AM
por SÍ SÍ NO NO
El 15 de noviembre
de 2015, en el templo luterano de Roma, a una mujer protestante que preguntaba
si podía comulgar en Misa junto a su marido católico, Bergoglio respondió de
modo tan ambiguo que dejaba entender que sí podía (cfr. la web “Settimo cielo”,
25 de mayo de 2018).
Después de dicha
respuesta, la mayor parte de los Obispos de Alemania, en febrero de 2018,
tomaron la decisión de admitir a la comunión eucarística también a los cónyuges
protestantes. Algunos prelados (entre los cuales el cardenal de Colonia, Rainer
Woelki) recurrieron a Roma, a la Congregación para la doctrina de la fe.
Entonces, Francisco I convocó en Roma una cumbre de prelados vaticanos
“expertos en ecumenismo” y de representantes alemanes, tanto del catolicismo
como del protestantismo. El 3 de mayo de 2018, la cumbre terminó, por voluntad
de Bergoglio, con la orden dada a los Obispos alemanes de “encontrar, en
espíritu de comunión eclesial, un resultado, si es posible, unánime”. Pero,
como un acuerdo semejante no es posible, dio prácticamente vía libre a todas
las posiciones en contraste. Todo es lícito. Como la cuestión es muy grave, el
cardenal holandés Willem Jacobus Eijk pidió aclararla y, junto a él, se hizo
oír el arzobispo de Filadelfia, Carles J. Chaput.
Veamos
lo que enseñó la Iglesia católica, hasta la revolución teológica del Vaticano
II, respecto a las relaciones de los católicos con los acatólicos. El contacto
con los acatólicos puede suceder tanto en la vida civil (“communicatio in profanis”) como en los actos de culto
de la vida religiosa (“communicatio in sacris”).
Por
lo que respecta a la comunicación civil con los acatólicos, y con más razón con
los no cristianos, dicha comunicación está permitida sólo hasta cuando se
deriven peligros para la fe. Por tanto, está prohibida la participación en
reuniones, congresos, conferencias o sociedades que tengan la finalidad de
reunir en una sola alianza religiosa a todos aquellos que se llaman cristianos
y, por tanto, a los católicos; más aún, está prohibido incluso promover
semejantes iniciativas (cfr. Santo Oficio, 8 de julio de 1927, AAS, XIX, 1927,
p. 278). Están prohibidas también las “conferencias ecuménicas” (Santo Oficio,
5 de junio de 1948, ASS, XL, 1947, p. 257), si no se realizan con el acuerdo de
que la parte católica y la acatólica, equiparadas, traten cuestiones relativas
a la fe y a la moral, exponiendo cada una su propia tesis como opinión personal
y subjetiva, pero sigue estando prohibida toda “communicatio
in sacris” (Santo Oficio, 20 de diciembre de 1949, ASS, XLII,
1950, pp. 142-147).
Pero la cuestión
que nos ocupa es la de la comunión en actos de culto y en el máximo de ellos, o
sea, la comunión eucarística. Se da cuando los católicos participan en los
actos de culto protestante o permiten a los protestantes participar en los
actos de culto de la religión católica. La participación activa de los
católicos en los actos de culto acatólicos está absolutamente prohibida (CIC,
1917, can. 1258, § 1). En efecto, se trata de participar en actos cultuales que
son heréticos en sí mismos. Por tanto, la participación en ellos está prohibida
por la Ley natural y divina, y la autoridad eclesiástica (aunque fuese el Papa)
no puede cambiarla, sino que la debe conservar y defender. Quien participa en
los actos de culto de los acatólicos (según el CIC can. 1258, § 2) es sospechoso
de herejía.
Por
lo que respecta a nuestra cuestión, o sea, a la participación activa de los
acatólicos en los actos de culto católico (por ejemplo, la comunión eucarística
de los protestantes en la Misa católica), está prohibida porque puede inducir a
error, haciendo creer que la fe católica no es sustancialmente distinta de la
acatólica (ya sea protestante o cismática/ortodoxa), promoviendo así el
indiferentismo. El CIC (can. 731, § 2) enseña que, fuera del peligro de muerte,
no es lícito administrar los sacramentos a los acatólicos, aunque tuvieran
buena fe, si antes no se han reconciliado con la Iglesia. En cambio, en peligro
de muerte, un hereje o un cismático puede ser absuelto sub conditione, si tiene buena fe y no se tiene tiempo
para convencerlo de su error. Antes, sin embargo, es necesario hacerle emitir
el acto de fe, esperanza y caridad. En cambio, por lo que respecta a la
extremaunción es lícito darla sub conditione a
un hereje o cismático carente de sentido cuando se pueda hacer sin escándalo. El
católico, en peligro de muerte, que no puede conseguir un ministro católico,
puede pedir la absolución y la extremaunción a un cismático, no a un
protestante, que no cree en estos dos sacramentos. Nunca es lícito pedir la
comunión eucarística. Para mayor completez aportamos las palabras del arzobispo
Charles J. Chaput.
“Quién puede recibir la eucaristía, cuándo y por qué, no son sólo
preguntas alemanas. Si, como dijo el Vaticano II, la eucaristía es la fuente y
el culmen de nuestra vida de cristianos y el sello de nuestra unidad católica,
entonces las respuestas a estas preguntas tienen implicaciones para toda la
Iglesia. Se refieren a todos nosotros. Y en esta luz, ofrezco estos puntos de
reflexión y de discusión, hablando sencillamente, como uno de tantos obispos
diocesanos:
1. Si la eucaristía es verdaderamente el signo y el
instrumento de la unidad eclesial, entonces, si cambiamos las condiciones de la
comunión, ¿no redefinimos de hecho quién y qué es la Iglesia?
2. Se quiera o no, la propuesta alemana hará
inevitablemente esto. Es el primer estadio de una apertura de la comunión a
todos los protestantes, o a todos los bautizados, ya que, al final, el
matrimonio no es la única razón para consentir la comunión para los no
católicos.
3. La comunión presupone una fe y un credo común,
incluida la fe sobrenatural en la presencia real de Jesucristo en la
eucaristía, junto a los siete sacramentos reconocidos por la tradición perenne
de la Iglesia católica. Renegociando esta realidad de hecho, la propuesta
alemana adopta una noción protestante de identidad eclesial. El simple bautismo
y una fe en Cristo parecen suficientes, no la creencia en el misterio de la fe
como es entendido por la tradición católica y por sus concilios. El cónyuge
protestante ¿deberá creer en las órdenes sagradas como son entendidos por la
Iglesia católica, que los ve lógicamente vinculado a la fe en la consagración
del pan y del vino como cuerpo y sangre de Cristo? ¿O están sugiriendo los
obispos alemanes que el sacramento de las órdenes sagradas podría no depender
de la sucesión apostólica? En tal caso, afrontaremos un error todavía más
profundo.
4. La propuesta alemana rompe el vínculo vital entre
la comunión y la confesión sacramental. Presumiblemente, dicha propuesta no
implica que los cónyuges protestantes deban ir a confesarse los pecados graves
como preludio para la comunión. Pero esto está en contradicción con la práctica
perenne y la enseñanza dogmática explícita de la Iglesia católica, del Concilio
de Trento y del actual Catecismo de la Iglesia católica, como también del
magisterio ordinario. Esto implica, como efecto suyo, una protestantización de
la teología católica de los sacramentos.
5. Si la enseñanza de la Iglesia puede ser ignorada y
renegociada, comprendida la enseñanza que ha recibido una definición conciliar
(como, en este caso, en Trento), entonces ¿todos los concilios pueden ser
históricamente relativizados y renegociados? Muchos protestantes liberales
modernos ponen en discusión o rechazan o simplemente ignoran como bagaje
histórico la enseñanza sobre la divinidad de Cristo del concilio de Nicea. A
los cónyuges protestantes ¿se les exigirá creer en la divinidad de Cristo? Si
necesitan creer en la presencia real de Cristo en el sacramento, ¿por qué no
deberían compartir la fe católica en las órdenes sagradas o en el sacramento de
la penitencia? Si creen en todas estas cosas, ¿por qué no son invitados a
hacerse católicos como modo para entrar en una visible y plena comunión?
6. Si los protestantes son invitados a la comunión
católica, ¿los católicos serán todavía excluidos de la comunión protestante? Si
es así, ¿por qué deberían ser excluidos? Si no son excluidos, ¿no implica esto
que la visión católica sobre las órdenes sagradas y la válida consagración
eucarística son, en efecto, falsas, y, si son falsas, que las creencias
protestantes son verdaderas? Si la intercomunión no pretende implicar una
equivalencia entre las concepciones católica y protestante de la eucaristía,
entonces ¿la práctica de la intercomunión separa a los fieles del recto camino?
¿No es este un caso de manual de “causar escándalo”? ¿Y no será visto por
muchos como un modo amable de engañar y de esconder enseñanzas arduas, en el
contexto de la discusión ecuménica? La unidad no puede construirse sobre un
proceso que oculta sistemáticamente la verdad de nuestras diferencias.
La
esencia de la propuesta alemana de la intercomunión es que la sagrada comunión
pueda ser compartida incluso cuando no existe una verdadera unidad de la
Iglesia. Pero esto hiere el corazón mismo de la verdad del sacramento de la
eucaristía, porque, por su misma naturaleza, la eucaristía es el cuerpo de
Cristo. Y el “cuerpo de Cristo” es tanto la presencia real y sustancial de
Cristo bajo las apariencias del pan y del vino, como la misma Iglesia, la
comunión de los creyentes unidos a Cristo, la cabeza. Recibir la eucaristía
significa anunciar de manera solemne y pública, ante Dios y en la Iglesia, que
se está en comunión tanto con Jesús como con la comunidad visible que celebra
la eucaristía”.
(Traducido por Marianus el eremita)
Comentarios
adicionales del MIDP:
En el fondo hay que recordar lo que
nos tienen advertido las Sagradas Escrituras, el Profeta Daniel nos ha hecho
saber por siglos que el hombre de la Abominación -el Anticristo Maitreya- y el Ídolo de la Abominación –el Buda Maitreya- serían asentados en el
Templo Santo de Dios. Que las Fiestas y las Leyes – Divinas- serían cambiadas;
y el Eterno Sacrificio – la Santa Misa o el Ordo Missae de San Pío V- sería “SUPRIMIDO”.
¿Acaso no lo estamos ya viviendo? Benedicto
XVI y su grupo de jerarcas que ya habían infiltrado la Iglesia desde antes del
Concilio Ecuménico Vaticano II, mismo que manipularon habiéndose apoderado de
las principales posiciones de presidencia, secretariado y relatoría de las
distintas mesas de trabajo en el Concilio, estaban asestando los golpes
demoledores contra la Iglesia y sus fundamentos. Benedicto XVI fungía como
Perito en el Concilio y de ello se valió junto con el cardenal Joseph Frings,
Lercaro, el Arzobispo Aníbal Bugnini y muchos más, de impulsar la infernal
corriente del “modernismo” al que la Virgen ha calificado certerísimamente de “paganismo”.
Joseph Ratzinger, bajo la consigna
del Priorato de Praga llegó, además de apoderarse de la Silla de Pedro – “Ya
llegó ‘el ladrón’ al lugar más santo que tenéis sobre la Tierra”, Mensaje de Dios Padre al Profeta
J.V.,
https://benedictoxviquienes.blogspot.com/2016/06/el-ladron-se-introdujo-ya-en-el-lugar.html
y en https://antiiglesia.blogspot.mx
serie del mismo nombre-.
La ‘Sinagoga de Satanás’ está
compuesta de varios “prioratos” integrados por rabinos con las sectas que han
formado, entre ellas el Priorato de Praga –el de Benedicto XVI- y el Priorato
de Sión al que pertenece Jorge Mario Bergoglio desde Argentina, estos últimos,
a quienes urgía que se demoliera más rápido a la Iglesia desde su interior y a
partir de su Cúpula, manipularon el relevo de Benedicto XVI por Bergoglio a través
del Grupo cardenalicio y mafioso de San Galo, cuya cabeza es el cardenal belga
homosexual y proabortista Godfried Danneel’s para demoler más pronto la
Iglesia, integrar la “iglesia ecuménica del anticristo Maitreya de la que nos
hablan los profetas Anna Catalina Emmerich, monja capuchina estigmatizada y el
Arzobispo Fulton Sheen, que advierte también sobre el falso ecumenismo y su
iglesia sin Dios, a que se ha venido dedicando construir el falso profeta o
Antipapa Francisco, cuya presencia demoledora está descrita en Apocalipsis 13 y
siguientes.
Todo lo que hace, dice y planea con
su grupo de los 8 cardenales, por supuesto del mafioso grupo de San Galo que
promovieron la ilícita elección de Bergoglio, es para “demoler la Iglesia, la
Moral, la esencia de la Doctrina y Magisterio de la Iglesia, la Ley Divina o
Diez Mandamientos, y por supuesto, los golpes que han venido asentando para
acabar con la Adoración y el Culto Santo a la Eucaristía y el Eterno Sacrificio
o Santa Misa, sumiendo a la Iglesia y al Mundo, en “modernas ideas” de “has lo
que quieras, aunque sea pecado mortal, sacrilegio, profanación y blasfemias”,
para convertir a la humanidad en los habitantes de las nuevas y gigantescas
Sodomas y Gomorras del siglo XXI, para que poseídos y dominados por espíritus
inmundos, se edifique el reino de Satanás en la Tierra y logren sus demonios
arrebatarle a Dios Padre, la mayor parte de Sus hijos, llevándolos a los avernos.
A Dios Padre y las Divinas Personas les duele esto, pues aman tanto a los
humanos, que el Padre envió a Su Único Hijo, Jesucristo, a dar la vida por
nosotros y enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida para alcanzar la vida
eterna, llena de dicha y plenitud eternamente.
Fuentes Recomendadas
por el MIDP en: https://blogsywebscatolicos.blogspot.mx
https://bestpublications.blogspot.mx (Audio-Libros y más en español).